El cortisol es considerado la hormona del estrés, pues el
organismo la fabrica ante situaciones
de emergencia, para ayudarnos a enfrentarnos a momentos de
peligro y a los problemas. Si
este estado de estrés continúa, ¿puede convertirse el
cortisol en nuestro enemigo?
En situaciones normales las células de nuestro cuerpo
utilizan el 90% de la energía en actividades metabólicas tales como reparación,
renovación y formación de nuevos tejidos. Pero, cuando se produce una situación
de alarma y estrés, nuestro cerebro envía un mensaje a las glándulas adrenales
para que liberen cortisol. Esta hormona hace que el organismo libere glucosa a
la sangre, para enviar cantidades masivas de energía a los músculos. De esta forma,
todas las funciones anabólicas de recuperación, renovación y creación de
tejidos se paralizan y el organismo cambia a metabolismo catabólico para resolver
esa situación de alarma. Cuando la situación de estrés es puntual, una vez
superada la emergencia, los niveles hormonales y los procesos fisiológicos
vuelven a la normalidad. Pero cuando el estrés es prolongado, como es muy
frecuente hoy en día, debido al ritmo de vida que llevamos, se disparan en el
organismo los niveles de cortisol y, al ser el único proveedor de glucosa del cerebro,
tratará de conseguirla por diferentes vías, bien sea destruyendo tejidos,
proteínas musculares, ácidos grasos y cerrando la entrada de glucosa a los
otros tejidos.
Los primeros síntomas de niveles elevados de cortisol son:
Cambios del comportamiento:
-Falta de sentido del humor.
-Irritabilidad constante.
-Sentimientos de ira.
-Canas de llorar.
Síntomas físicos:
-Cansancio permanente aunque no hagamos nada.
-Dolores de cabeza.
-Palpitaciones.
-Hipertensión.
-Falta de apetito o gula desmesurada.
-Problemas digestivos.
-Orina frecuente, diarrea o estreñimiento.
-Dolores o calambres musculares.
-Infertilidad e interrupción de la menstruación.
-Pérdida de memoria debido a que los niveles altos de
cortisol dañan la conexión entre células cerebrales.
-Disminución de las defensas.
Pautas para controlar el cortisol

Dieta: debemos suministrar al organismo todos los nutrientes necesarios para prevenir cualquier deficiencia, proteínas de alta calidad, ácidos grasos esenciales, carbohidratos complejos, vitaminas y minerales. Ya que una disminución en la ingesta calórica es un aumento de los niveles de cortisol. Es aconsejable tomar alimentos como los huevos, leche, cereales integrales que son ricos en triptófano, un aminoácido que estimula la producción de serotonina, la hormona del bienestar.
Evitar: el consumo de bebidas excitantes como el café, colas
y alcohol. También debemos eliminar los edulcorantes artificiales, sobre todo aspartamo,
que estimula en exceso el funcionamiento de las glándulas suprarrenales.
Dormir bien: es muy importante dormir ocho horas por la noche,
para que nuestro organismo ponga en marcha el mecanismo de renovación y
recuperación celular.
Relajación: practicar con regularidad yoga, taichí, ejercicios
de relajación, meditación, técnicas de respiración, para contrarrestar los periodos
de tensión.
da de glucosa a los
otros tejidos.
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